Las Malvinas son argentinas. Cuando Héctor Ricardo García pudo leer esto en el pizarrón de su escuela, tenía once años y un oficio: era canillita. Todavía no era el empresario que inventaría la revista Así (1955), con tres ediciones semanales; el diario Crónica(1963), el cual en apenas seis años de vida alcanzó a ser el más vendido por cuatro años consecutivos; la voz de Radio Colonia (1965); Teleonce (1970), que llegó al primer puesto en audiencia; Teledos (1987), y Crónica TV (1994). Tampoco era veterano de Malvinas, como se autodenominó el 28 de noviembre de 1968, cuando recuperó las Islas por tercera vez para sus lectores.
Cuando Héctor García pudo leer en el pizarrón esa frase, ya habían pasado más de 100 años de ocupación británica, numerosos reclamos diplomáticos y la Ley 11904 promulgada por el Congreso de la Nación en 1936, que llevó la causa Malvinas a las escuelas primarias: Las Islas Malvinas es un tema que me apasionó desde primer grado inferior, cuando me enseñaron que eran nuestras y estaban usurpadas… escribió García en su libro autobiográfico La culpa la tuve yo, editorial Planeta (2012). Las Islas Malvinas significan para los argentinos la tierra irredenta.
En agosto de 1964, Héctor García era el director del diario Crónica desde hacía un año y un mes. Competía en condiciones adversas con el histórico diario vespertino La Razón, que poseía un gran edificio, talleres propios y numerosos contactos políticos. Quizás fue esa la razón por la cual el piloto Miguel “Mike” FitzGerald confesó su proyecto a su vecino y conocido Juan Carlos Navas, redactor de La Razón, y le pidió apoyo. Pero al diario no le interesó. El proyecto de Mike era volar a Malvinas en lo que sería el primer aterrizaje de un avión argentino en las Islas, izar una bandera nacional, entregar una proclama y emprender el regreso.
Cuando Mike recibió la negativa del diario La Razón le insistió a Navas para que lo contactara con Héctor García. Quizás fue esta vecindad la que empujó al último a ir al diario Crónica o quizás se trataba simplemente de un código de periodístico de otra época.
Crónica hacía rato que usaba la palabra piratas para referirse a los “ingleses” y su graciosa majestad por Reina. La chance de Mike parecía mayor.
– ¿Y qué tiene que aportar Crónica? Le preguntó García a Navas.
– Miguel quiere el apoyo periodístico para que su actitud tenga gran trascendencia. Cree que ver flamear la bandera argentina en aquellas tierras va a tener una gran repercusión mundial.
García pensó al instante que era la gran nota que Crónica no podía perder. Por ello le ofreció a Mike un avión, pagar el combustible y que un fotógrafo viajara con él. A lo cual Mike se negó por completo. Ya tenía un avión. Su amigo Siro Comi representante de la fábrica de aviones Cessna en Argentina le había entregado uno, al que se le bautizó Luis Vernet, en honor al primer gobernador de las Islas. Mike tampoco aceptó dinero, combustible ni que un fotógrafo lo acompañara. La nafta me la pago yo, nadie me acompaña, este viaje es mío. Sólo le pidió a García que le diera la mayor difusión y cobertura por si era atrapado prisionero, algo salía mal y evitar una sanción.
Mike ya poseía dos hazañas aeronáuticas. La primera un vuelo sin escalas desde Nueva York a Buenos Aires en un pequeño avión Cessna 210 nombrado “The Spirit of Mariano Moreno”. La segunda fue el intento fallido de cruzar el Pacífico de Alaska a Tokio. Un incendio en la carrera de despegue en Manila hizo que finalizara su segundo viaje.
Su tercera hazaña comenzó el 6 de setiembre, cuando despegó del aeródromo de Monte Grande con destino Olavarría, provincia de Buenos Aires, luego Trelew y Puerto Madryn, Chubut, donde descansó. Al otro día su plan de vuelo fue Pico Truncado, Chubut y Rio Gallegos, Santa Cruz.
El 8 de setiembre de 1964, el diario Crónica en su edición matutina instaló el conflicto Malvinas en la primera plana: “Las Malvinas ya están en el tapete: Misión (argentina) a EE. UU” y dos periodistas habían sido enviados a Rio Gallegos para cubrir el vuelo de Mike y tener armada la noticia que saldría en la edición vespertina. Esa mañana Mike despegó temprano con rumbo a las Islas y a las 11:58 horas transmitió a un radio operador de Rio Gallego: confirmo vuelo normal, inicio descenso para establecer contacto con tierra. Mensaje que fue replicado a García casi al instante.
Una hora después Mike aterrizó en una cancha de cuadreras de Port Stanley, capital de las Islas Malvinas, descendió del avión y, mientras colgaba la bandera argentina en el alambrado que rodeaba la cancha de cuadreras, vio a un lugareño que se aproximaba en motocicleta hacia él con cara de asombro. Fue el elegido para entregarle la proclama que tenía preparada. Le pidió (en inglés) que se la entregara al gobernador. El hombre intentó leerla, pero estaba escrita en español. Mike se despidió, subió a su avión y puso rumbo al continente. Estuvo solo 15 minutos en las Islas, el tiempo suficiente para que García colocara en la quinta edición vespertina solo cuatro palabras en tapa: Malvinas hoy fueron ocupadas. Las dos páginas siguientes contenían fotos de antes de la partida, tomadas por periodistas destacados en Rio Gallegos; las palabras de Palmira, esposa de Mike, y la proclama entregada por Mike al isleño.
El hombre de la motocicleta, al cual Mike le entregó la proclama se llamaba Jannes Shitchiff. Luego de su partida descolgó prolijamente la bandera argentina y junto a la proclama la entregó al gobernador interino, H. Thompson. La proclama tenía una extensión de apenas una carilla y estaba destinada al “representante del gobierno ocupante ingles Islas Malvinas”. Mike se presentaba como “ciudadano argentino, único, necesario y suficiente titulo que exhibo en cumplimiento de una misión que está en la decisión de veintidós millones de argentinos”.
El texto reclamó los actos de piratería y avallasamiento de la soberanía argentina, que consideraba como la tercera invasión inglesa después de 1806 y 1807. También hacía un raconto histórico de 132 años de ocupación, destacaba el valor simbólico que tenían las Islas para los argentinos. Finalizaba con su firma y el siguiente texto: “en este primer minuto de la reconquista de Malvinas”.
Ese día Crónica se agotó, mientras que La Razón casi ni se vendió; su tapa sólo poseía una línea perdida que decía: Un aviador civil, solitario ha aterrizado hoy en las Islas Malvinas. Durante la entrevista realizada a Palmira FitzGerald, viuda de Mike, me cuenta que el viaje a las Islas también le dio un giro al negocio periodístico. En aquellos tiempos los diarios no aceptaban devoluciones, pero ese día los repartidores de diarios presionaron tanto para devolver los ejemplares de La Razón que se modificó la relación entre los dueños de los diarios y los repartidores (versión que también está citada en el Rumbo y fe, dirigido por Agustina Marín, Lápiz en mano, 2012).
El diario Crónica sostuvo durante ocho días en tapa, y en todas sus ediciones, la primicia del vuelo a Malvinas, con decenas y decenas de páginas y fotos. Promovió y organizó el recibimiento de Mike en Buenos Aires. Fue una fiesta popular que impidió a la Fuerza Aérea sancionarlo. Mike recibió sólo un apercibimiento. Fue paseado y vitoreado por la ciudad de Buenos Aires. El grupo católico nacionalista Tacuara lo había esperado y dispuso de un Jeep rojo para el periplo que finalizó en el edifico del Diario Crónica. El éxito del “plan García” fue tal que hizo que el Presidente Arturo Illia, días más tardes, lo convocara a Mike a su despacho para felicitarlo y quitarle el apercibimiento recibido.
Si bien Mike salvó su licencia de aviador, no pudo evitar ser despedido de su trabajo (algunos dicen porque trabajaba en una empresa distribuidora de gas probritánica, otros porque el dueño no le perdonó que no le avisará de la hazaña). García le ofreció trabajo en su diario. Este fue el inicio de una amistad.
La revista Todo, del 5 de noviembre de 1964, cuenta la hazaña de Mike con el título “Historia secreta. El conquistador de Malvinas”. Allí hay una foto. El cuadro es el siguiente: el jeep rojo esta conducido por los líderes del grupo Tacuara, Mike está parado saludando a quienes lo consideran un héroe. El jeep está en la puerta del edificio del diario crónica y allí está Héctor García esperándolos para celebrar la recuperación de las islas por quince minutos.
Podemos imaginar que para ese entonces el grupo Tacuara ya tenía decidido recuperar nuevamente las Malvinas, que Mike FitzGerald sabía que iba a aterrizar nuevamente en éstas islas y que García sintió que el próximo héroe tenía que ser él. Las tres cosas ocurrieron.
19 septiembre, 2018 at 15:58
Muy bueno e interesante Alejandro, a la espera d e la parte Il.
Abrazo