En la Argentina gobernaba Hipólito Yrigoyen, un gobierno popular que defendía la clase obrera con medidas que molestaron a los conservadores ligados al modelo agroexportador, este sector denominaba “la chusma radical” a las clases populares y medias. Así fue que un sector de la sociedad compuesto de una clase alta aristócrata y sectores de las fuerzas armadas, decidieron autodefenderse de la amenaza anarquista/ comunista, desconfiando que el gobierno popular de Hipólito Irigoyen que ya amenazaba sus privilegios pudiera detener el terror rojo. Se formaron diversos grupos de civiles que colaboraron activamente con la represión policial de enero de 1919. En la semana trágica se unieron y formaron la Liga Patriótica Argentina. El punto de reunión de estos jóvenes conservadores, niños bien dispuestos a defender el honor de su clase y matar insurgentes y de los militares fue el Circulo Naval de Florida y Córdoba, donde se encuentra actualmente. Los anfitriones eran los contraalmirantes Manuel Domecq García y Eduardo O´Connor quienes ponían a disposición instructores para adiestrar a los jóvenes civiles. O´Connor dijo aquel 10 de enero de 1919 que Buenos Aires no sería otro Petrogrado y invitaba a la “valiente muchachada” a atacar a los “rusos y catalanes” en sus propios barrios, el grupo “rusos y catalanes” contenía a judíos y anarquistas.
Los jóvenes partieron del Centro Naval con brazaletes argentinos y armas automáticas repartidas por los contralmirantes. Así se conformó una banda terrorista de ideología fuertemente nacionalista y de derecha que operó bajo el nombre de Liga Patriótica Argentina. La banda terrorista se desplazaba con total impunidad, se reunían en sedes policiales donde se repartían armas y brazaletes, desde allí partían coches último modelos manejados por jóvenes de clase alta que al grito de viva la patria salían de “safari” a matar rusos, catalanes (así se los llamaba a los anarquistas), la comunidad judía local y a detener la chusma radical; quemando sedes sindicales, bibliotecas obreras, periódicos socialistas y anarquistas y destruir todo bajo la mirada displicente de la policía y bomberos. Dentro de la Liga patriótica existía gente de diferentes profesiones que eran aprovechados para los objetivos de la liga, así nacen las brigadas compuestas de personas de la misma profesión. La aviación y los pilotos no estuvieron ajenos a la formación de estas brigadas, creándose en noviembre de 1919, la Brigada de Aviadores de la Liga Patriótica Argentina.
El 7 de enero de 1919 los obreros de los talleres metalúrgicos Vasena ubicados en el barrio sur de Buenos Aires, iniciaron una protesta reclamando la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas y la implementación del descanso dominical. Si bien el gobierno aceptó el planteo gremial, la intransigencia de la Fora por un lado y la contratación de grupos de choque y rompehuelgas por el otro por parte de la empresa, derivó en un enfrentamiento con un saldo de cuatro obreros muertos y treinta heridos. Dos días después las centrales sindicales decretaron la huelga general y un multitudinario cortejo fúnebre por los obreros fallecidos que era escoltado por personal del ejército, ya que la policía había sido desbordada, es reprimido cuando se dirigían al Cementerio de la Chacarita, y por segunda vez en el mismo camposanto donde hubo varios muertos más.
La escalada de violencia se hizo incontenible, durante varios días la Ciudad de Buenos Aires estuvo colmada de piquetes y barricadas en todos los barrios obreros, la brigadas homicidas nacionalistas actuaba sin límite alguno, dedicándose al pillaje, y produciendo el primer pogrom de América Latina. El barrio judío de Once fue la zona donde los jóvenes nacionalistas salieron de safari a la “caza del ruso”. Se incendiaron sinagogas y bibliotecas. Los terroristas de la Liga atacaban a los que vestían con algún elemento que determinara su pertenencia a la colectividad, no se respetó nada los defensores de la familia y las buenas costumbres se dedicaron a humillar y vejar, arrastrar gente en la calle, saquear casas, quemar libros, violar y asesinar al grito de guerra “¡Mueran los judíos!”. Al cabo de la semana las bajas eran incontables: entre setecientos y mil trescientos muertos, dos mil o quizás tres mil heridos, y treinta mil detenidos y los diarios se dedicaron a avivar la llama de la xenofobia. Buenos Aires se convirtió en una ciudad oscura, sin orden de tráfico, con automóviles incendiados y tiroteos dispersos. No hubo diarios por dos días. En las cárceles había permiso para humillar, torturar y matar a la vista de “personajes importantes”, la crueldad y la venganza de clase fue infinita.
Sin embargo en algunos barrios como la Boca, hubo resistencia a la represión policial, militar y paramilitar. Allí un grupo de anarquistas denominados “Tierra del Fuego” ex-presos del penal de Ushuaia, los estaban esperando no solo con armas ya que desde las terrazas les tiraban agua hirviendo y piedras y los francotiradores abrían fuego contra los coches de la Liga.
La paz recién se restableció con la aparición en la comisaría de Once, Lavalle y Larrea, del diputado Alfredo Palacios y de un delegado de la FORA. El gobierno de Irigoyen sancionó mas tarde diferentes leyes que protegieron al obrero como la ley de organización gremial, el contrato colectivo de trabajo, la adhesión a las Convenciones Internacionales del Trabajo, jornadas de 8 horas, descanso dominical, seguro de accidentes de trabajo, salario mínimo y ley de jubilación entre otras. Sin embargo la bancada de legisladores radicales soslayó los pedidos de informes sobre el pogrom ya que también había participado el Comité Capital de la Unión Cívica Radical, repartiendo armas y enviando jóvenes al Once. La persona que reemplazó a Falcón en la jefatura de la policía había sido Luis Dellepiane, quien estuvo a cargo de la represión, nada nos impide imaginar que vengó la muerte de Ramón Falcón. Para las fuerzas policiales y militares, acompañados por una clase alta empapada de miedo el anarquismo era poco menos que un eufemismo por anticristo.
Lo cierto es que las cifras de muertos no tienen comparación con ningún otro hecho de violencia en la historia de nuestro país. El bombardeo de Plaza de Mayo de 1955, la masacre de Ezeiza de 1973, la Batalla de Monte Chingolo de 1975 o la Guerra por las Islas Malvinas con cuantiosas víctimas no alcanzan a dar la medida del salvajismo que se desató sobre la ciudad durante los acontecimientos que quedaron contenidos bajo el nombre de “Semana Trágica”. Primero se disparó a mansalva y luego se aplicó el tiro de gracia. Las bajas policiales fueron tres muertos, setenta y ocho heridos.
Fuentes.
- Poder militar y sociedad política en la Argentina. Alain Rouquié. Hyspamerica. 1986
- Entrevista Christian Ferrer.
23 mayo, 2018 at 16:35
Tremenda barbarie, y muchos nunca sabrán de esta parte de la historia no tan lejana, gracias por recordarla Alejandro.
23 mayo, 2018 at 17:34
Gracias Rodo