Es increíble donde puede llevar el laberinto de una investigación. De mi entrevista al periodista Jose Pepe Quintana (Sobrino de Natalio Botana) comparto un fragmento de mi libro «Batallas Aéreas».

Choripan

La presidencia del general Agustín P. Justo, se había convertido en un gobierno antipopular y no solo tenía graves problemas económicos sino también un creciente número de funcionarios corruptos. Hubo un hecho que hubiera podido hacer renunciar a Justo, fue cuando el senador Lisandro de la torre denunció los negociados en el pacto «Roca-Runciman» involucrando a los ministros de hacienda Federico Pinedo y de agricultura Luis Duahu. El escándalo culminó con el intento de asesinato al senador La Torre en plena sesión del senado y que terminó con la vida del Senador Enzo Bordabehere, el 23 de Julio de 1935.
Justo estaba acorralado y necesitaba derivar la atención de los ciudadanos que comenzaban a llamar al gobierno y a la década con el adjetivo «infame». El general Justo se reunió con Natalio Botana, el dueño del diario Critica, el más leído por todas las clases sociales. Si bien Botana había apoyado el golpe, más tarde se distanciaría lo que le costó la clausura durante dos años, volviendo a editarse en 1933. Sin embargo Justo y Botana eran amigos cuenta el sobrino de Natalio Botana, el periodista José Quintana, quien de chico los observaba jugar al póker y les alcanzaba cigarros a cambio de una propina de 5 pesos. El plan de Justo y Botana fue perfecto, un acontecimiento popular ocurrido un mes antes del asesinato de Bordabehere y que el gobierno despreció, ahora sería su salvavidas.
El hecho fue el accidente aéreo ocurrido el 24 de Junio de 1935, en Medellín Colombia, que se llevó la vida del zorzal criollo Carlos Gardel. El Gobierno alejado de todas las expresiones populares, no le había prestado atención a su muerte. Sin embargo el pueblo nunca dejo de llorarlo. Justo entendió que había algo que podía distraer el escándalo y le dijo a su amigo Botana «Tenés que darle cuerda a la muerte de Gardel para tapar la muerte de Bordabehere..», a partir de ahí el diario Critica rápidamente comenzó a alimentar mas y mas el mito del zorzal llevando toda la atención de la sociedad. Durante siete meses, lo que duró casi la repatriación de sus restos, alentó la leyenda que Gardel no había muerto, que estaba todo desfigurado y se escondía en una casa abandonada de Villa Ballester, donde por las noches se lo escuchaba cantar.
Desde el Congreso salían camiones trasladando gente hacia un potrero desde donde se veía la casa.
Jose Quintana me cuenta que debido al peregrinaje había un montón de puestos de comida y que en una de esas noches alguien vendió el primer choripán.